Édgar Escamilla
Tuxpan, Ver.- El azul turquesa del mar contrasta con el desarrollo industrial de la región con sus dos centrales termoeléctricas y que, a pesar de ello, no demeritan su belleza y el esfuerzo por la conservación de las tortugas marinas.
A solo 30 kilómetros del centro de la ciudad y puerto de Tuxpan se ubica la comunidad de Villamar, mejor conocida como Chile Frío, un lugar el color azul verde semiclaro, con textura visual brillante, deslumbra las pupilas.
Desde la zona centro de Tuxpan, tomando la carretera estatal hacia Cazones, hasta la altura de la localidad de Aire Libre, se encuentra el entronque directo a Villamar y a un paraíso virgen.
La comunidad cuenta con escasos 200 habitantes y a pesar de la actividad industrial que ahí se desarrolló, pareciera un pueblo fantasma por la actual contingencia sanitaria con el cierre de las playas.
La poca afluencia que se registra permite admirar las diversas tonalidades de azul en el mar, que en agosto se encuentra en una relativa calma.
Aquí se ubica el campamento tortuguero R5, el cual es atendido por la familia Ramón Reyes, quienes, sin apoyos gubernamentales, luchan incansablemente por conservar la vida de las tortugas marinas, de las especies Lora y Verde, que desde abril de este año han estado llegando a desovar a las playas.
Cifras oficiales refieren que en el municipio de Tuxpan durante la actual temporada se registraron 233 nidos, 102 más que en 2019, y se lograron 13 mil crías, 2 mil 500 más que el año pasado.
La responsable técnica del campamento de Villamar, Berenice Ramón Reyes, refiere que en lo que va de la temporada de desove de la tortuga Lora, han logrado preservar 63 nidos y reintegrar al mar a más de 1,400 crías.
Sin embargo, además de la falta de apoyos gubernamentales, los voluntarios deben enfrentar el constante asedio de personas que siguen molestando a las tortugas para cazarlas o robarles los huevos; por ello se han visto en la necesidad de solicitar el apoyo de la Secretaría de Marina.
Los voluntarios mantienen su tarea gracias a los donativos de empresas y visitantes que llegan a estudiar a las tortugas, pero que han disminuido a causa de la pandemia, por lo que requieren el apoyo de la sociedad para seguir resguardando a estas especies.